Queridos amigos.

Dado que continuamos en una situación de pandemia que hace que conlleve demasiado riesgo llevar a cabo tal y como es un trabajo de las características del nuestro, muy a nuestro pesar hemos decidido suspender también este año la edición del taller del Guerrero Interior que hacemos en otoño en el Institut Gestalt (Barcelona).

Esperamos poder encontrarnos en 2021 con más ganas que nunca para seguir recorriendo juntos este camino que tanta alegría y aprendizaje nos aporta desde hace ya tanto tiempo.

Como hicimos este verano, compartimos aquí otra reflexión sobre el camino del Guerrero que nos parece siempre actual:

 

«Nunca olvides, guerrero, que NINGÚN SER HUMANO, NI SIQUIERA QUIEN TE LLAMA ENEMIGO, ESTÁ SEPARADO DE TI. 

Empezamos a vivir antes de saber nada. Acabamos sabiendo muy poco. Con suerte, que somos ignorantes y que necesitamos. Con suerte, que a pesar de las renuncias y los peligros podemos amar y que el amor nos compensa con tal abundancia que sepulta peligros y renuncias.

A la guerra, van gentes de buen corazón llenas de aún mejores razones. Al luchar contra ellas, no luchas contra los malvados. Ni siquiera contra seres errados que estén más errados que tú.

Nunca olvides, guerrero, que LA BATALLA DEL GUERRERO NO TRAE GLORIA, SINO UNA ENTREGA SENCILLA E INCOMPRENSIBLE.  La gloriosa es la batalla de los justicieros, de los adalides que creen que el remedio está en nosotros sí, los otros no. Eso inflama, hincha, arrastra, desata a la bestia que quién sabe cómo mantenemos vestida con ropa y zapatos durante los días laborables. Poca gente se puede resistir.

LA PAZ, APENAS LA QUIERE NADIE. Es la victoria lo que todos ansiamos.

Sin embargo, no olvides que la vida va siguiendo sus ciclos y que la conquista de hoy no es más que la semilla de la guerra futura. PARA PONER LOS CIMIENTOS DE LA PAZ, NO HA DE HABER CONQUISTA DE NADA NI DE NADIE NI MÁS VICTORIA QUE LA DEL ENCUENTRO. 

ANTES DE LEVANTARTE PARA FINALIZAR LA GUERRA, VAS A TENER QUE SABER SI TÚ MISMO QUIERES LA PAZ.» 

 

Un fuerte abrazo.

Rosa Creixell y Marian Quintillá