Stopped Moment (Vladimir Kush)

Stopped Moment (Vladimir Kush)

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

                                 Félix Lope de Vega (1562-1635)

Vaya por delante, y eso simplifica mucho la cuestión e incluso puede proporcionar descanso, que no podemos saber qué es el amor porque es mucho más grande que lo que cabe en cuanto humanamente alcanzamos a ser. Todo aparente éxito en definirlo o abarcarlo conllevará una reducción de su naturaleza que, tarde o temprano, hará saltar por los aires las conclusiones deducidas, de una forma teórica o práctica cuando no las dos, de nuestras premisas.

No sabemos lo que es el amor ni podemos saberlo.

Sin embargo, el amor tiene efectos, consecuencias, y es una de las fuerzas más poderosas – quizá hasta la mayor – de cuantas nos afectan a los seres humanos.

Desde niños, notamos los impactos del amor y creemos que el amor es eso que experimentamos. Como si confundiéramos el viento con las hojas secas que entran, arrastradas por su empuje, a través de la puerta entreabierta.

A veces son emociones, o deseos, o sensaciones que traspasan nuestro cuerpo, o imágenes, o ideas, o impulsos a hacer esto o a evitar aquello…

A veces, hasta parecería que nos volvemos locos…

Y así identificado el amor con algunos de sus fluctuantes efectos, nos perdemos en percibirlo acercarse o alejarse, crecer o disminuir, llevarnos a lugares en los que nuestra integridad peligra o en los que la que peligra es la ajena, transformarse en quién sabe qué otros inesperados asuntos… Procuramos actuar más o menos honestamente en consecuencia y el resultado es un lío sobre el que casi todo el mundo anda buscando y casi todo el mundo anda metiendo torpemente su cucharada.

Acaso el amor sea lo más importante después de la supervivencia. Acaso pueda serlo incluso antes.

Pero se nos escapa.

Así que nos disponemos a dar un paso atrás, más allá de la hojarasca que entró por la puerta, el sol que inundó nuestra casa a través del cristal de la ventana o la helada que nos dejó compuestos y temblando.

Para preguntarnos simplemente a qué estamos llamando amor que no es amor.

Para preguntarnos simplemente a qué no estamos llamando amor y sí lo es.

Esperamos que lleguen respuestas quizá fragmentadas, confusas. O a lo mejor sorprendentemente sólidas. Nadie sabe dónde está la clave que abre la puerta más inesperada, por lo que confiamos en que todas ellas sean, por más extravagantes que puedan a veces resultar, valoradas y bienvenidas.

Queridos argonautas, esto es de cada uno consigo mismo. Ésta es la propuesta desde la que iniciamos el viaje que se nos aproxima.

Buena suerte.

Marian Quintillá