Paisaje estrellado en finlandia

Gracias a todos los que estuvisteis ayer compartiendo con nosotros esta sencilla celebración de Navidad, meditando juntos, cenando ese improvisado, ecléctico y gustoso menú que nunca se sabe exactamente de que va a estar compuesto, brindando, bebiendo, riendo, bailando… Encontrándonos un rato. Gracias a los rostros queridos, a los nuevos y a los recuperados después de tantos años. Sin vosotros, nada de esto habría podido suceder.

Como de costumbre, os dejamos una de las músicas que compartimos ayer durante la meditación de entre las que suscitaron vuestro interés.

Un fuerte abrazo y Feliz Navidad.

Marian y David

 

NOCHE DE PAZ

I

En el principio, fue como fue y ninguno de nosotros sigue allí, aunque podamos hacer algo parecido a volver un poco, a veces y con suerte.

En el ahora de nuestras vidas, antes del silencio llega el ruido, antes de la paz llega la guerra y antes del amor llegan el miedo, el ansia de devorar, el impulso de poseer, la rabia…

Por eso la Noche de Paz es, cada vez, un milagro.

II

Si fuéramos ángeles, no nos veríamos arrastrados y confundidos por las cosas de los hombres, pero no somos ángeles ni lo seremos aunque cerremos los ojos, respiremos hondo, difuminemos nuestros pensamientos y nos hipnoticemos con frases escogidas.

Aunque supliquemos a Alguien más grande que nos libre prodigiosamente de nuestro propio ser o busquemos maneras para lograrlo por nosotros mismos.

Nos corresponde vivir el camino de lo humano, templarnos en la fragua de lo humano, tiznarnos, pringarnos, idolatrar, desdeñar, esclavizar o temer al animal que nos constituye hasta lograr recorrer el camino que nos lleve a entendernos con verdad y con amor.

Por eso, que el Amor se haga animal humano y así se abra la senda por la que el animal humano se hace Amor es, cada vez, un milagro.

III

Un milagro pequeño, silencioso, sobrecogedor y sencillo.

Un milagro que sucede de noche, en lo escondido, cuando menos se espera, que no se impone, que no produce estupor ni desasosiego, sino ternura.

En medio de la guerra, del ruido, del miedo, del ansia, de la ira, de la dificultosa confusión de andar manejándonos con todo lo que somos, se despliega un espacio chiquitito, indefenso, poderoso hasta lo inimaginable, que nos abre el pecho y, de pura entrega, de pura vulnerabilidad, nos inspira doblar la rodilla.

Entonces, descansamos.

No es un final feliz: es un principio.

IV

En la Noche de Paz, se alinean las brújulas desnortadas hacia una única estrella: la que nos recuerda, como escribía Dickens en su “Canción de Navidad”, que merece la pena detenerse en…

“…un tiempo entrañable y agradable de perdón, de afecto, de caridad; el único momento que conozco en el largo calendario del año en el que hombres y mujeres parecen haberse puesto de acuerdo para abrir libremente sus cerrados corazones y ver a las gentes que están por debajo de ellos como lo que son: compañeros de viaje hacia la tumba, y no otra especie de criaturas con destinos diferentes”.

¿Acaso queda silencio en nuestro mundo o en nuestro corazón para escucharla?

En la Noche de Amor, nos volvemos sencillos. Como niños iluminando el árbol o cantando junto al Nacimiento, libres de la tenaza de tener que averiguar previamente si un milagro es posible o imposible. Sólo vivir nos lo desvela y vivir nos lo desvela siempre.

V

Alegrémonos de ser humanos porque en la Noche de Paz, en la Noche de Amor, lo humano es amado, buscado, transformado en lo más hermoso a lo que está llamada nuestra naturaleza.

Eso es lo que estamos invitados a celebrar: que contra toda amargura, contra todo fracaso, contra toda desesperanza, la esencia de lo que somos continúa buscando la manera de florecer como luz imparable desde lo más oscuro del invierno.

Que, contra toda inercia y costumbre, el misterioso anhelo que atraviesa nuestras existencias responde a una llamada verdadera.

Que, contra todo el cansancio que pueda abatirnos, sigue siendo posible.

VI

Nos damos el gusto de rescatar un escrito de Isaías en el que, con palabras muy antiguas, describe esa transformación de la oscuridad a la luz, de la esclavitud a la libertad, de la guerra a la paz, y seguramente otras muchas cosas que no podemos comprender bien nosotros:

“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos.
Multiplicaste el gozo, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como gozan cuando se reparten el botín.
Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián.
Porque toda bota que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto rebozado de sangre serán quemados, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el poder sobre su hombro; y se llamará su nombre Maravilla de Consejero, Dios Fuerte, Siempre Padre, Príncipe de Paz.”

(Isaías 9, 2-5)