Un mago de Terramar

Lárgamente contempló aquella luna, y al fin se puso en pie y se irguió, sosteniendo la vara con ambas manos, como si fuese una espada. Miró el cielo, el mar, la vela henchida por el viento, el rostro de su amigo.

-Estarriol, -dijo-, mira, ya está. Ha concluido.

Se echó a reir.

– La herida ha sanado. Estoy entero. Soy libre.

Y bajó la cabeza, y escondió el rostro entre los brazos, y lloró como un niño.

Un mago de Terramar (1968)

No es frecuente que Marian y yo repitamos temática sobre entradas, y menos de un modo tan seguido. De hecho, creo que es la primera vez. Pero es que ésta es una ocasión especial.

Hace unos pocos días moría la escritora Ursula K. Le Guin. Una de las autoras más influyentes de mi vida y cuya obra ha estado más presente en los momentos más críticos de mi proceso personal y de mi historia en general. Sin ir más lejos, también lo estuvo en la inauguración de esta misma web, dando vida a una de aquellas primeras modestas entradas en forma de cita de lo que, en abril de 2012, todavía era un sencillo blog en su primerísimo mes de vida (Viaje, abril de 2012).

Esta mujer me inició en la literatura fantástica siendo todavía un niño. Más tarde, en el Tao y, finalmente, en la poesía, haciéndome comprender que la belleza, lejos de ser un adorno, forma parte inseparable de su verdadero significado. Me descubrió riquísimos mundos internos y me mostró extraordinarias dimensiones del corazón y la belleza. Artista, filósofa, librepensadora como pocas y una de las escasas feministas cuyo discurso, no sólo respeto, sino que admiro profundamente, por surgir de lo más hondo del corazón.

Ursula Kroeber Le Guin, mirando al mar

Ursula Kroeber Le Guin (1929 – 2018)

Sé que Marian y yo compartimos admiración, gratitud y un gran afecto por su obra. Y, es por eso que, desde aquí, desde esta casa, nuestra casa, La Casa de Gestalt, quiero yo también expresar mi humilde pero profundo reconocimiento. Y hacerlo de manera personal.

Ursula, tú fuiste quien escribió que el verdadero viaje es el retorno (Los desposeídos, 1974). Ahora, eres tú misma quien regresa a casa. Que tu luz nos siga guiando por muchos años. Por todo esto y por mucho más, gracias, mi desconocida amiga. Que encuentres la paz.

Hasta siempre, Úrsula K. Le Guin. Gracias.

David Magriñá