Una vez más regresamos de un nuevo encuentro profundamente agradecidos y especialmente impresionados por el nivel de profundidad del espacio que entre todos hemos ido construyendo con motivo del fin de semana en el que hemos decidido encontrarnos para celebrar la vida. LA VIDA, así, tal cual es.

Como ya es tradición, es mi deseo compartir una de las músicas que nos han acompañado durante el fin de semana. Habitualmente, se trata de alguna especialmente bella e inspiradora, de esas que vienen a sonar en un momento dado, entrando justo cuando más se la espera y por la que unos y otros me preguntáis después. Sin embargo, en esta ocasión, me enfrento con una cierta ambivalencia.

Celebrar la vida es, como hemos ido descubriendo, honrar todo aquello que nos ha acompañado a lo largo del tiempo, tanto lo que en su momento percibimos como bueno como lo que no. Sabemos de sobras que «el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones». Pero el camino sin más, el camino de la vida, ese que tantas veces nos ha llevado a las mismas puertas del infierno como a tenernos a punto de tocar el cielo… ese camino, ¿de qué estará empedrado? Seguro que de intenciones, claro, ya sean buenas o malas. Pero sobre todo estará lleno de aciertos y de errores, y discurrirá tanto por lugares luminosos como sombríos, y tan pronto estará yermo como colmado de exuberantes rosas o plagado de cardos borriqueros. Porque, no lo olvidemos: hablamos de celebrar la vida. Ni el éxito, ni la felicidad, ni la estupendez que cada cual se quiera imaginar.

Dejar atrás

Así que, sin más dilación, os dejo con la que sin duda ha sido la música más significativa y, en parte, celebrada, de esta particular manera nuestra de celebrar la vida. Sé que no es muy elegante, ni aparenta ser «espiritual» sino, más bien al contrario, resulta bastante terrenal. Pero pocas cosas hay más humanas que aprender a ir dejando atrás, con su correspondiente celebración, todo aquello que aún nos va lastrando. Y, sinceramente, ¿quien no tiene en su vida alguien a quien le gustaría dedicar con todo el cariño del mundo una canción así, aunque sea a una parte de sí mismo?

Espero que os guste y la celebréis o, en su defecto, que os quedéis tan a gusto como nos ocurrió a no pocos de nosotros.

Como siempre, un placer navegar con vosotros, #argonautas.

David Magriñá