Paisaje con sol tras cristal con lluvia

Queridos Guerreros.

Dentro de un rato, en esta mañana lluviosa, nos encontramos, y hoy rescatamos un texto escrito para el anterior taller que para nosotras expresa cuanto queremos deciros como bienvenida en esta nueva edición.

Ya está todo preparado, excepto lo que no puede preverse, que es lo más importante: lo vivo, el viaje… Tenemos el corazón listo. Nos hemos afinado lo mejor que hemos sabido, como instrumentos dispuestos a arrancar de sí la música más entregada y completa que les sea posible.

Nadie elige el momento. Sólo la actitud. Y deseamos que la actitud sea como siempre: impecable.

Os contaremos que, tal como lo entendemos desde el camino del Guerrero, impecable no significa perfecto, sino lo mejor que uno es capaz de dar, hacer y ser a cada momento, incluso aunque a veces eso consista en algo que pudiéramos llegar a considerar desastroso. 

Estamos ilusionadas. Quizá hasta podría decirse que desbordadas, pero como no somos nosotras las que hemos de realizar el camino, sino sólo acompañaros lo mejor que sepamos, ese desbordarnos nos alegra y nos motiva. Hace tiempo que sabemos que este barco nos lleva siempre más allá de lo que podemos concebir.

Porque cada uno de vosotros en sí mismo y todos vosotros juntos realizáis una y otra vez el milagro. Un milagro distinto y genuino ocasión tras ocasión. 

Esta mañana tenemos dispuesto el corazón para recibiros. Confiamos en que cualquier cosa que suceda llegará al puerto al que haya de llegar y en que el domingo, cuando nos separemos, nosotras seremos las primeras que habremos aprendido algo que hoy no sabíamos. 

Es un regalo que recibimos y compartimos cada vez que convocamos al Guerrero y los Guerreros que acudís vais desvelándolo a lo largo de los tres días que dura el trayecto, sin tregua y quizá – ojalá – sin esfuerzo. Para vosotros, para nosotras, para todos.

Qué maravilla. Qué suerte tenemos.

Bienvenidos de antemano, Guerreros.

Rosa y Marian