No sé vosotros, pero para mí este invierno ha sido duro, frío, oscuro y terriblemente largo. Demasiadas pérdidas, demasiadas guerras, demasiadas muertes, demasiado sinsentido. Suficientes despedidas, suficientes duelos.
Estoy harto.
En mi tierra llevan días sonando los tambores, haciendo que el suelo retumbe y el pecho se estremezca a su paso. Es un anuncio contundente de que se acerca una batalla. La última y definitiva. Esa en que la muerte por fin cederá el paso a la vida.
Aunque aún tengan que venir algunos fríos, la primavera ya ha empezado a repuntar con claridad. Que cada cual haga de su vida lo que quiera, pero yo empiezo a notar en mi interior la necesidad de volver la cabeza y mirar hacia adelante. Dejar de lado la cerrazón y la muerte y descubrir los brotes de esta nueva etapa de la vida.
Llegó la hora de despertar. Y me desperté… en primavera.
David Magriñá
Deja tu comentario