Posiblemente, el miedo se centra sobre todo en dos aspectos principales: miedo a sufrir y a los efectos que el dolor puede tener sobre nosotros, y miedo a la muerte y a las distintas formas de destrucción o pérdida.

En el camino del Guerrero es básico ir aprendiendo a manejar el miedo, ya que en esta vía está implícita sustituir la supervivencia por la vida y atenazado por el miedo se puede sobrevivir, pero raramente vivir. El miedo es natural útil y podríamos decir que inevitable. Lo que no es inevitable es dejarse paralizar o arrastrar por él. Tenemos miedo, no somos miedo.

Para desidentificarnos con el miedo, nuevamente la actitud meditativa y el recuperar la consciencia en general nos ayuda a reconectar con nuestro centro y a sentirnos, y desde ahí ver al otro y la realidad más ajustados a como son, cosa que contribuye a deshacerse del componente exagerado y fantástico del miedo, que nos paraliza en angustia o pánico. También dejar de luchar con el miedo, rendirse a él para sentirlo y atravesarlo, y recuperar después la mirada.

Aunque esto no es ni puede ser una receta (ya que no es algo que se logre hacer mediante un simple ejercicio de voluntad, sino a través de la entrega), creemos que el camino para atravesar el miedo es ir aceptando el dolor y la pérdida con el corazón. Y la máxima expresión de esto es aceptar la destrucción y la muerte, que en realidad es una de las cosas que están en la raíz de la libertad del Guerrero.

Marian Quintillá

Guerrero con las manos juntas