Cascada (Betty)El Corazón del Guerrero es el fundamento de todo su camino igual que lo son las raíces en un árbol. Cuanto más profundas, más ramificadas, más vivas, mayor es la fuerza, el crecimiento y la vida en todo el árbol. Y si las raíces se vuelven débiles y enfermas, el árbol se agosta y, ante los embates del tiempo y del mundo, cae.

¿Quién sabe cuál es el Corazón de su camino? ¿Quién conoce por qué se levanta y se mueve, por qué vive y muere todos los días?

A veces, nos movemos por rutina, por instinto de supervivencia, por mantenernos vivos entre tanto caos. Eso no tiene dirección: saltamos de acá para allá según van llegando las cosas, esquivamos, reaccionamos… mientras la vida no nos lleva sino que nos arrastra sin apenas nuestra presencia.

Otras veces creemos que sabemos dónde está nuestro centro porque tenemos unas convicciones, una actitud, unas creencias, una filosofía… y no nos damos cuenta de que en realidad estamos desconectados de todo eso, de que lo llevamos escrito en nuestra camiseta, en nuestra identidad, pero no en nuestro corazón ni en nuestro cuerpo. Éstas son unas raíces con nombre, con forma, con palabra y color; no obstante, no tienen fuerza porque la savia no fluye desde ellas hacia el resto del árbol ni el sol y el aire desde el resto del árbol a ellas.

La primera pregunta, la básica, es ésta: ¿Cuál es el Corazón de mi camino?

Y es una pregunta para hacérnosla mil veces, si hace falta, hasta que atinemos con la respuesta. Por eso no me canso de volver aquí una y otra vez: ¿Cuál es de verdad el corazón de mi camino? ¿Qué me mueve realmente más allá de lo que piense, sienta o crea?

Entonces, llegará el tiempo de conocer profundamente ese corazón hallado, de tomar el pulso a su potencia, a su hondura, y ver si puede sostener nuestra vida o sólo mantenernos sobreviviendo o pasándolo razonablemente bien hasta morir

¿Es éste un corazón para hacer un camino?

Hay que encontrar y cuidar el Corazón del Guerrero. Quien hace esto, ha de preocuparse de pocas cosas más, mientras que cuando no lo hacemos nos sobran los motivos de inquietud.

¿Cuál es nuestro Corazón verdadero? Lo reconoceremos porque el cuerpo se llenará de vida y el corazón de fuerza, el miedo se hará manejable, la paz nos inundará el espíritu y, aún con nuestros dolores, recobraremos la alegría.

 Marian Quintillá