Las personas podemos y debemos organizar bien nuestros pensamientos y nuestras intenciones, con fuerza, con claridad, con congruencia; y podemos y debemos encontrar creencias beneficiosas, trazar estrategias mentales y definir rieles neuronales precisos que puedan extenderse e impactar en el mundo para que las cosas se vean como queremos (siempre en sintonía con el valor de la vida y el bienestar compartido). [….] Sin embargo, tras ello resulta preciso desarrollar la humildad suficiente como para soportar que Dios haga y deshaga según su voluntad y que, en ocasiones, se ría de nuestros planes, de nuestras intenciones y de nuestros acariciados deseos. Y aquí Dios significa la vida tal como es a cada momento.
Leonard Cohen escribió: «A los treinta o treinta y cinco años comprendemos finalmente que el universo no va a someterse a nuestras órdenes». Cuando la vida nos complazca y nos bendiga, ojalá tomemos con alegría esa bendición, pues la vida, en definitiva, tiene la costumbre de ser como le da la gana a cada momento, y a veces actúa como si no fuera una bendición, aun siéndolo»
JOAN GARRIGA. La llave de la buena vida
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