Ahora que se cumple un mes, queremos dedicar este poema a todas las personas que tomasteis parte en la edición del taller «El Guerrero Interior» de la Escuela de Verano del Institut Gestalt, que condujimos Rosa Creixell y yo. Con nuestro profundo respeto y nuestro recuerdo más hermoso.
VINO, DEJÓ LAS ARMAS…
Vino, dejó las armas,
las garras, la maleza,
en el umbral sereno,
con una mano tierna.
Se despidió la fiera.
La suavidad que asciende,
la suavidad que reina
sobre la voz, los dedos,
sobre la piel, la pierna,
sobrecogió los cuerpos,
estremeció las cuerdas.
Se desplomó la fiera.
La noche, sobrehumana,
hizo la sangre estrellas,
temblores, alegrías,
silencios, besos, penas.
Se consumó la fiera.
Pero al llegar el alba,
se abalanzó sobre ella
y recobró las garras,
las armas, la maleza.
Salió. Se fue dejando
locas de amor las puertas.
Se recobró la fiera.
Y espera desde entonces
hasta que el hombre vuelva.
MIGUEL HERNÁNDEZ. De los poemas de guerra de «Poemas sociales, de guerra y de muerte»
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