» – El chamán llora cuando está fragmentado – me había dicho don Juan una vez -. Cuando está completo, lo sobrecoge un escalofrío que puede, por ser tan intenso, acabar con su vida.
Estaba experimentando tal escalofrío. Dudaba volver a encontrarme con mis cohortes. Se me hacía que todos se habían ido con don Juan. Estaba solo. Quería reflexionar, llorar la pérdida, dejarme ir en esa tristeza, complaciente como siempre había sido. No podía. No había nada que lamentar, nada para entristecerse. No importaba nada. Todos nosotros éramos guerreros-viajeros y a todos nos había tragado el infinito.»
Carlos Castaneda. «El lado activo del infinito»
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