«La luz es la mano izquierda de la oscuridad,
y la oscuridad es la mano derecha de la luz.
Las dos son una, vida y muerte,
juntas como amantes en kémmer,
como manos unidas,
como el término y el camino.»


Me tembló la voz mientras lo decía, pues recordaba que en la carta que me escribió mi
hermano antes de morir él me citaba las mismas palabras.
Ai reflexionó, y al cabo de un tiempo dijo: – Los guedenianos son criaturas solitarias, y
a la vez, nada las divide. Quizá tienen la obsesión de la totalidad, como nosotros la
obsesión del dualismo.
– Nosotros también somos dualistas. La dualidad es inevitable, ¿no? Mientras haya un
mi mismo, y un otro.
– Yo y Tú – dijo Ai -. Al fin y al cabo hay ahí más distancia que entre los distintos
sexos…

Ursula K. Le Guin
La mano izquierda de la oscuridad, Capítulo 16