Permanecer hambrientos
Sólo cuando la reacción se injerta en la acción y se apoya humilde y valientemente en el corazón, en el centro, su rapidez, su contundencia y su energía están al servicio de la verdadera fuerza. La acción tiene el dominio de la fuerza. Quizá destroce menos ampliamente que la reacción, pero apunta mejor. Quizá infunda menos miedo a corto plazo, pero gana en lo importante más a menudo.