Al borde de la vida, feliz Pascua
Feliz Pascua, queridos. De qué nos sirve que llegue la primavera si no abrimos la ventana ni salimos por la puerta hasta que la vida no haya vuelto a contraerse. La bondad y la crueldad del mundo son espejos de nuestros propios rostros, reflejos de nuestras caras de buenas personas, con propósitos normalmente constructivos y casi nunca demasiado destructivos. Por eso, al borde de la vida, barramos y aireemos los rincones, los cuartos trasteros de nuestro corazón, cultivemos el amor, la sinceridad y la fuerza que hacen posible la confianza legítima. Y también la alegría.