Salto de fe
Yo no mando en la dureza de mi corazón. Sólo le puedo tener paciencia, llevar las riendas de su ceguera lo mejor posible y confiar. Si me pongo tirana conmigo, la alimento; si me pongo complaciente conmigo, me abandono y abandono a quienes la sufren; si me la oculto a mí misma con una pantomima [...]